miércoles, 30 de marzo de 2011

Conejito de pascua

Esconde tus más hermosos lunares bajo tu ropa y déjame jugar a encontrarlos. Los iré contando uno a uno, dos a dos, todos juntos. Los coleccionaré con codicia, los declararé mi tesoro, mi regalo de pascua.

martes, 29 de marzo de 2011

ex culpa

El corto pero ajetreado viaje sabatino, de la capital hasta Chuarrancho, era para Jorge siempre un peregrinaje lleno de ansias y tristes certidumbres. – No me ponga a rezar el rosario, Padre - le decía cada semana a su confesor – que ya es suficiente penitencia tomar fuerzas para venir hasta aquí y verlo –. Llegaba puntual para mostrarle su desgracia. Para que supiera que no había resignación. Juan tendría una voluntad de hierro, pensaba. Pero él no, él era débil. Él no podía olvidar.
El Padre Juan, como se había acostumbrado a llamarlo, no le decía nada. Las palabras se aferraban a las paredes de su garganta y se negaban a salir. Y, de todas maneras, ¿qué le iban a decir? ¿Que él también lo extrañaba? ¿Que después de meses de abstinencia autodecretada, aún lo deseaba con un fuego tan intenso que lo inducía a pecar de pensamiento, obra y omisión? ¿Que, contrario a sus obligaciones, cada sábado, después de la confesión, se iba al baño a masturbarse, con el rostro empapado de nostalgia, y una rabia salvaje en la mano y en la mente, que hacía aún más dolorosa su ausencia? ¿Que hubiera querido implorarle a él que no volviera más, que lo dejara en paz... pero que mejor no, que no se fuera, que volviera, siempre, siempre?
¿Qué sabía Jorge de penitencia, de pecado, de culpa? Lo único que podía hacer, sin que se le quebrara la voz, era repetir las fórmulas que había memorizado al principio del seminario, cuando aún no dudaba que este fuera su camino y su vocación, cuando aún no había conocido el amor envuelto en una deliciosa piel con nombre de santo.
– Dos aves marías y tres padres nuestros, hijo, y que Dios te acompañe – le volvió a decir este sábado. Pero esta vez no pudo más, hizo una pausa, respiró profundo y agregó - te quiero, esperame al medio día frente a la sacristía, me voy con vos.

lunes, 28 de marzo de 2011

Humberto Ak'abal

Humberto Ak'abal es uno de mis poetas favoritos. Guatemalteco, experto en la poesía breve, con tendencia al haiku. Escribe sus poemas en lengua K'iché y los traduce al español. Aquí unos poemas de él con los que me acabo de reencontrar.

A escondidas

A escondidas te sueño
te acaricio
te beso
te ...

Después
escondo el sueño en una maleta
y salgo a la calle
y sonrío como un imbécil.

Con tu nombre

Duermo con tu nombre
en los labios y despierto
con la sed de volver a beberte.

Esta Costumbre

No sé si fue verdad
aquella alegría.

Esta costumbre de estar triste
mantiene nublado mi corazón.

El Buscador

Yo salgo a buscar palabras
en la noche.

La oscuridad sin culpa,
me impide verlas.

Y mientras espero el sol
el deseo se me desgasta
y amanezco roto.


miércoles, 23 de marzo de 2011

Espejito, Espejito

En una noche como ésta, hace exactamente un año, Reina le preguntaba a este mismo espejo qué habría hecho mal para que cesara la magia. Eran ya muchas lunas, desde que los ojos de su marido habían dejado de hablarle de imperios románticos y castillos en el cielo. Hacía mucho que su mirada no la hacía sentir la más bella del universo. El reflejo de la cama, detrás de ella, le traía recuerdos de noches enteras de pasión con su marido, cual lobo hambriento, comiéndola completa y bebiéndole, gota a gota, la sensualidad hasta emborracharse. ¿Qué había sucedido?

Alguien le había contado que le habían contado que aquél había escuchado, que había una Blanca, blanca de nombre y blanca de piel, con hermosos cabellos negros y labios rojos, bella, la más bella, y Reina quiso ver, quiso saber quién era. Por escusa, en la mañana de ese día, había llegado a la oficina de su marido con el catálogo de maquillaje de una amiga. Blanca, Blanqui, Blanquita, como se imaginaba que él la llamaría, le compró un lápiz labial del color de las manzanas. A Reina los celos le envenenaron el alma.

Pasó la noche hablándole al espejo, buscando en sí razones físicas para la sustitución, para el destierro. Esa mujer, con la que su esposo pasaba esa noche, y muchas otras noches en las que no llegaba a dormir, era mucho más bella. Eso le decía el espejo, eso le decía él a diario desde el desprecio. Cada hora de abandono hacía que Reina se sintiera más vieja, más gorda, más bruja. El odio, que pudo haber sido liberador, y que le llegó, por fin, de madrugada, equivocó el destino. Con toda su alma empezó a odiar su propia imagen.

Menos mal que los amigos, menos mal que el divorcio, y que la terapia, y que las mujeres del grupo, los días de llanto, los meses de rabia y la renovación, porque ahora, un año después, Reina puede volver al espejo y sonreírle. Reconquistó la percepción de sí misma, y ahora es reina de nombre y de su reflejo, y de su vida y de su cuerpo.

A veces sí, piensa en Blanca, ahora “de Nieves”, que tal vez, en un futuro cercano, también se sentará frente al espejo, preguntándose a dónde diablos se fue la magia. Un poco de celos le quedan, pero Reina no tiene mucho tiempo para la envidia. Perfeccionando a diario sus nuevos dotes de hechicera, probando nuevas pócimas y recetas emocionales, se ha propuesto llegar a ser experta en conjuros de amor ... a sí misma.

Escrito para las jornadas "Aplastando Cuentos" del Grupo de Mujeres Ixchel

viernes, 18 de marzo de 2011

Qué será de ti

Despierto. Extraña realidad, ésta en la que ya no te sueño.
Me acomodaré a tu ausencia en espera de esa noche mágica en la que un recuerdo sonámbulo me vuelva a hablar de ti.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Don Gregorio y sus demonios

Don Gregorio llegaba, religiosamente, el primer y cuarto sábado del mes a la emergencia del hospital, bien bolo y exigiendo a gritos que alguien le sacara el diablo que llevaba dentro. En cuanto oíamos el rechinido de las llantas de su carro, llamábamos inmediatamente a la Dra Solares, que era la del turno de los fines de semana, y, por eso, la que siempre lo atendía. Ella llegaba, lo tomaba del brazo y se encerraba con él en uno de los mejores cuartos privados del hospital, que, curiosamente, estaba siempre libre esos días. Nadie sabía exactamente qué le hacía pero, después de media hora, Don Gregorio salía tranquilito, sobrio y con una sonrisa de oreja a oreja.

Todos nos moríamos por saber qué pasaba en ese cuarto, pero como Don Gregorio era el dueño del hospital, nadie se atrevía a hablar en voz alta sobre aquellos sucesos. Ni siquiera el contador que todos los meses se encontraba con recibos por medicinas extrañas para un tratamiento llamado “exorcismo terapéutico”, o las señoras de la limpieza que debían quitabar, con gran esfuerzo, las manchas verduscas que quedaban en el piso y las paredes del cuarto cuando la doctora y el dueño salían.

Habían muchas teorías. La más popular era que el diablo que doctora le sacaba a Don Gregorio, era el que él tenía entre las piernas, y que, para ocultar lo acontecido, sea lo que fuere, y darle dramatismo a la situación, se ponían a tirar, por todo el cuarto, una tinta verde que ella llevaba en su maletín, haciéndonos creer que era una medicina exótica traída exclusivamente de Roma. Solo uno de los compañeros, un “nuevo cristiano” llamado Jael, creía que se trataba de un demonio, uno de esos que salen en las películas, que se apoderan del cuerpo de sus víctimas y los hacen hablar en una especie de caló satánico. – Yo digo el tratamiento de la doctora consiste en rociarlo con agua bendita – nos decía muy seguro – y eso es lo que después se vuelve materia verde cuando entra en contacto con la saliva del maligno. Pero eso del agua bendita - continuaba Jael - es puro paliativo, porque al fin y al cabo, eso también viene de Lucifer, disfrazado de cura católico -. A mí, en lo personal, que me encanta la sciencia ficción y lo fantástico, me gustaba más la versión de Jael.

Como si nada pasó un año, y nos fuimos acostumbrando a eso que la mayoría terminamos por aceptar como excentricidades de nuestro jefe. Llegó a ser algo tan normal como atender a accidentados por consumo de licor los fines de semana o a los golpeados después de un clásico de fútbol.

Todos aparte de Jael, que un día nos llegó con la noticia que nuestro jefe estaba curado. Dijo que lo había llevado a su iglesia y que el pastor le había hecho “imposición de manos” o “reiki” o algo así, no me acuerdo bien, que había aceptado a Cristo en su corazón, y que ya veríamos que el diablo nunca más se iba a atrever a molestarlo. Nadie le creyó, pero resultó que, efectivamente, pasaba el tiempo y el jefe no volvía a “enfermarse”. Se le veía muy contento, hablando con todos, menos con la Dra Solares a quien se notaba que solo saludaba por educación.

Un sábado de agosto, tres meses después de la “cura”, oímos otra vez el rechinido de las llantas. Esta vez sí nos asustamos, por una parte porque ya no esperábamos una recaída, y por otra, porque a Don Gregorio no se le veía bolo sino que tenía el rostro rojo, los labios morados, le temblaba todo el cuerpo y sus ojos parecía que hubieran agarrado fuego. – Llamen a la Dra Solares – gritó con una voz ronca, imponente, como jamás lo habíamos escuchado. Llamamos a la doctora, que al principio se negaba a ir a atenderlo y luego llegó de mala gana, pero que se asustó mucho al ver el estado de su paciente. Cuando el jefe la vio llegar, se acercó a ella, la abrazó y le rogó – libéreme -. Luego cambió, la agarró del brazo y se la llevó violentamente, como poseído, al cuarto de siempre. Mientras las enfermeras y yo estábamos pensando qué hacer, llegó Jael. – Ya vio que esa su “cura” no funciona – le dije reclamándole, - ahora está hasta peor. – No, esto es solo una prueba – refutó Jael en voz baja - voy a entrar –. Tratamos de convencerlo que no lo hiciera, que podía ser peligroso. Pero él estaba seguro de lo que hacía, tomó bajo el brazo la Biblia que había en la sala de espera y empezó a repetir algo que nos imaginamos sería un salmo. Abrió un poco la puerta. La volvió a cerrar visiblemente asustado. Nos dijo con la voz temblando y señalando hacia adentro – allí está el diablo –. Tomó valor de nuevo y entró. Por unos minutos se oyeron gritos y después nada. Al rato salieron Don Gregorio y la doctora, con la ropa maltrecha, y pálidos, como en trance. Les preguntamos qué había pasado, pero no contestaron. Fue la última vez que los vimos. Se fueron en el carro mientras nosotros tomábamos fuerza para entrar todos al cuarto. Encontramos a Jael, en el piso. No respiraba. Debimos haberle brindado primeros auxilios, pero no pudimos. Nos quedamos inmovilizados por los ojos de un demonio que nos miraba, lujurioso, desde una gran mancha verde en la pared.

Creación

Si yo fuera un sueño tuyo, me habrías inventado distinta. Menos mal que soy yo la que te sueño.

martes, 15 de marzo de 2011

Serpiente

Ser serpiente. Reinventar cuerpo e historia. Dejar tirada, en un barranco cualquiera, esta piel que aún recuerda.

lunes, 14 de marzo de 2011

¿Y si fuera ella?

¿Y si fuera esa mujer, cuya imagen se deforma cada vez que se ve en tu espejo?
¿Esa, cuya melodía distorsionas interprétandole caricias y desprecios en un solo tacto?
Cuando la hayas aniquilado, cuando tenga, por fin, partida el alma, ¿qué será de ti?
¿Y si era ella, solo ella, la única capaz de redimirte?

domingo, 13 de marzo de 2011

El señor Barbucho

Este es el Señor Barbucho,
miren que lindo se ve,
pisando firme las hojas
como señor del bosque que es.

Se esconde bajo los hongos,
cuando pasar a una chica ve
para ver bajo la enagua
lo que ella suele esconder.

Cuando llega la noche
para dormirse muy bien
toma un pedazo de hongo
y se lo come con miel.

Qué feliz se siente el enanito
soñando con la mujer
y con su barba crecidita
tocándole hasta el sostén.

Despierta el Señor Barbucho
y qué triste se le ve
quiere seguir soñando
con las tetas de mujer.

Se murió el Señor Barbucho
por un hongo entero comer.
Qué bien, que al enano maldito
no lo volveremos a ver.

sábado, 12 de marzo de 2011

Trato

Hice un trato con el sueño: se quedará a dormir esta noche, pero solo si antes se quita los fantasmas del cuerpo. Hoy no quiero pesadillas.

viernes, 11 de marzo de 2011

Miércoles de Ceniza

La haces arder, juegas con ella al carnaval con tu disfraz de amante. Pero hoy te quitaré la máscara. No dejaré que calcines su amor con desdén y salgas, triunfante, hacia tu propio templo, a santificar con sus cenizas tu arrogancia.

jueves, 10 de marzo de 2011

Poemas traducidos de Gaona y Chávez

Por el Día de Internacional de la Mujer, me decidí a traducir muuy libremente, estos dos poemas de dos poetas jóvenes latinoamericanas al alemán, y, ya que los había traducido, me dije, por qué no ponerlos en la red. Así que aquí están.

Angye Gaona (1980 - ) Colombia.
Poeta e investigadora. Gestora cultural. Periodista. Cursa estudios de licenciatura. Actualmente detinida en Colombia.


REUNIÓN

Somos luz cuando nos juntamos
en estos y otros tiempos,
en secreto y sin mucho decir
entendemos el camino del cimarrón
y cantamos gozosos,
danzamos: preámbulo de guerra
es nuestro carnaval traemos
música bajo las ruanas.
Somos ágape:
pequeño circulo de amantes.
Desde la caverna nos llama el fuego;
salvaje, entra nuestra antorcha.
Somos llama,
anticipo del sol,
aún oculto en esta noche fría;
lodazal donde vemos crecer la luz
cuando nos juntamos.

VEREINT
Wir sind Licht, wenn wir zusammenkommen
heute und damals,
flüsternd und ohne viel zu sagen
verstehen wir den Weg des Mustangs
und singen fröhlich,
wir tanzen: Kriegspräambel
ist unserer Karneval, wir tragen
die Musik unterhalb der Ruanas.
Wir sind Agape:
kleiner Liebhaberkreis.
Seit der Steinzeit verführt uns das Feuer;
wild, kommt unserer Fackel rein.
Wir sind Flamme,
Vorgeschmack der Sonne,
noch verborgen in dieser kalten Nacht;
Morast, in dem wir das Licht wachsen sehen
wenn wir zusammenkommen.


Susana Chávez (1974 – 2011) México
Poetisa y activista, estudiante de sicología. Participaba en el movimiento de defensa de los derechos humanos de Ciudad Juárez que tiene como propósito el esclarecimiento de los feminicidio cometidos en esa ciudad. La participación de Chávez en las manifestaciones civiles incluía la lectura de su obra, la realización de cortos documentales y otras actividades.



En el Árbol de la Voz

A ciegas la luz vela
y unos ojos se abren para siempre.

Hablo del corazón frente a la muerte,
en el árbol de la voz, con un labio de tierra y otro
de noche,
con un corazón de polvo y otro de viento.

Hablo de este amor,
esta navegación entre la bruma,
este amor, este amor.

Cada silencio nos llevara a la palabra que nos
refleja,
y en mí toma cuerpo tu soledad,
en tu mirada ausente se deshacen los astros.

A veces te descubro en el rostro que no tuviste,
en la aparición que no merecías.

Y el silencio levanta la cabeza y me mira.

Esta vez volvemos de noche,
los árboles han guardado sus pájaros,
el cansancio estira su lengua para cantarnos al oído.

La noche llegó en tu corazón,
tus ojos se cerraron en la llegada del mundo.

Y sin embargo, de alguna manera, todos lo sabíamos,
y algo parte en dos la memoria,

algo parte en dos a la mujer que peina su alma antes
de entrar al lecho solitario,
y parte también el tiempo de la noche,
como el vaso que cae de la mano de algún niño
asustado,
algo parte en dos lo que estaba partido.

Im Baum der Stimme

Blind wacht das Licht
und einige Augen öffnen sich für ewig.

Dem Tod gegenüber, spreche ich über Gefühle
im Baum der Stimme, mit einer Lippe aus Erde und einer aus Nacht,
mit einem Herz aus Wind und einem aus Staub.

Ich spreche von dieser Liebe,
dieser Schifffahrt zwischen dem Dunst,
dieser Liebe, dieser Liebe.

Jedes Schweigen bringt uns zu einem Wort, das uns wiederspiegelt,
und in mir nimmt deine Einsamkeit Form,
in deinem abwesenden Blick lösen sich auf, die Sterne.

Manchmal entdecke ich dich in einem Gesicht, das du nie hattest,
in der Erscheinung, das du nicht verdientest.

Und das Schweigen hebt den Kopf und schaut mich an.

Dieses Mal kommen wir nachts zurück,
die Bäume haben seine Vögel eingepackt,
die Müdigkeit zieht seine Zunge, und flüstert ihre Lieder in unserem Ohr.

Die Nacht ist in deinem Herzen gekommen,
deine Augen schlossen sich bei der Ankunft der Welt.

Und jedoch ahnten wir alle es, irgendwie,
und etwas teilt in zwei die Erinnerung,

etwas teilt in zwei die Frau, die ihre Seele kämmt
bevor sie dem einsamen Ruhestatt eintretet,
und teilt auch die Zeit der Nacht,
wie das Glas, das aus der Hand irgendwelches erschrockenes Kindes fällt,
etwas teilt in zwei das, was schon zersplittert war.

martes, 8 de marzo de 2011

Día Internacional de la Mujer 2011 en Guatemala


Hoy, en Guatemala, se celebrará el día internacional de la mujer con poesía y música. Para nosotr@s que no estamos allá o que no podamos asistir, por lo menos nos consuelo con tres videos, uno de la poeta Rosa Chávez, y dos de los grupos Miss Lilith y Patza.

Rosa Chávez


Miss Lilith


Patza

Patza - La llorona from Hugo Muralles on Vimeo.

viernes, 4 de marzo de 2011

Marcela

Arturo pasa frente al cuarto de baño. Cierra brevemente los ojos para imaginar:
  • el agua humedeciendo, gota a gota, el cuerpo de Marcela
  • el torrente acuoso que recorre su piel morena, descubriendo cada uno de sus pliegues, los que, a su paso, van adquiriendo, uno tras otro, el olor de las rosas
  • dos manos que enjabonan los senos prominentes, los pezones erigiéndose ante la suave caricia femenina
  • Marcela con los ojos cerrados, sincronizando telepáticamente el movimiento de su mano hacia la entrepierna con la mano que Arturo está introduciendo en el pantalón de lona

De pronto alguien abre la puerta del apartamento. Es Susana que ha vuelto de comprar pan para el desayuno. Un viento cómplice ingresa abruptamente en la casa y abre, milagrosamente, la puerta del baño. Por unos minutos, Arturo se queda absorto, mirando la ropa interior negra, de encaje, que reposa inocente pero seductora sobre el vestido de lino, que espera, impecablemente doblado, el momento de tomar forma femenina, de insinuar, muy sutilmente, las deliciosas curvas de Marcela.

Los pasos de Susana se acercan. Arturo corre al dormitorio. Cierra la puerta con el peso de su cuerpo. Está tan exitado que no necesita mucho para llegar. Toma un pañuelo de papel de su bolsillo y eyacula sobre él. ¡Qué alivio! Se sube el pantalón y va hacia el baño. Marcela ya ha salido. Entre el vapor que aún queda sigue atrapado el olor de mujer ajena mezclado con el familiar aroma de rosas del jabón de Susana. Arturo tira el pañuelo de papel, se lava las manos y la cara. Sale espléndido, renovado.

Durante el desayuno
  • evita ver a Marcela a los ojos
  • evita ver el escote, las manos, cualquier parte de Marcela
  • toma el periódico, finge que la conversación de mujeres no le interesa y responde con monosílabos a todo lo que le preguntan
  • toma rápido el café y un pan, y se va alegando tener una reunión urgente en el banco
Las chicas se quedan todavía un rato en la mesa platicando, antes de marcharse cada una a su trabajo. Marcela le comenta a Susana, que su marido la mira raro, que pareciera que por alguna razón ella le cae mal. Susana la consuela diciendo que no le haga caso, que Arturo, como todo matemático, suele ser un poco extraño. “Tal vez me rechaza por gorda”, piensa Marcela. “Tal vez la rechaza por gorda”, piensa Susana, y al decírselo mentalmente, aumenta dos centímetros de talle de puro orgullo. Mientras tanto, Arturo maneja al trabajo, acariciando el timón como si fueran las caderas de la nueva amiga de su esposa. Piensa que ojalá Marcela no se reconcilie pronto con su esposo, para que siga durmiendo algunas noches más en el cuarto de al lado.

De Héroes y Villanos

Como siempre está tan ocupado jugado fútbol, en las reuniones con los amigos o leyendo filosofía, a Lalo casi nunca le da tiempo de estudiar para los exámenes. Pero es tan inteligente, que los pasa todos, aunque sea raspados. Y más si es un examen oral, como el de hoy. La maestra nos dejó de tarea que preparáramos algo sobre nuestros héroes. Ahorita está hablando Mari, luego le toca a Daniela y después a él. Tecún Umán, Bart Simpson, Harry Potter , algo se le ocurriría. A Lalo siempre se le ocurre algo. Es bueno para improvisar. A lo mejor hasta habla de Messi. Es su jugador favorito. Para el mundial pagó no sé cuanto dinero por una sola estampita de Messi. Después anduvo un montón de tiempo deprimido porque todos decían que el tal Messi había jugado mal.

¿Ven?, ya decía yo que la cursi de Mari iba a hablar de una de las de La Academia. Está loca. Tiene todos los cuadernos forrados con fotos de esos aburridos. Ahora le toca a Daniela .... no, ¡no puede ser!, Daniela preparó un discurso completo sobre Messi, con fechas, goles y todo. Quien se la mira a la Daniela, siempre vestida de rosita, con colitas, aretitos y todo, y resulta que le gusta el fútbol. ¿Y ahora Lalo? ¿Qué dirá? Ya se puso nervioso. Le tiembla una pierna. Siempre que se pone nervioso le tiembla una pierna.

- ¿Y tú Lalo? – pregunta la maestra.

- Mi mamá.... – muy bien Lalo, a las maestras les encanta que admiremos a nuestras madres.

- Antes que yo naciera ... – Lalo sigue pensando qué va a decir, de repente, como que ya sabe qué va a contar y continúa – mi mamá era maestra en un colegio de Cobán. Iba y venía todos los días por el mismo camino. Una vez, un finquero la atacó, la metió al carro y de allí salí yo. Dice que por eso yo tengo los ojos azules y ella tristes. Eso dice. Mi abuelito fue a reclamarle al señor ese, se fue hasta la casona de la finca a preguntar por él y no solo no le pudo hablar sino que hasta lo sacaron a golpes. “Nunca se me va a olvidar cómo llegó mi papá todo sangrado a la casa”, dice siempre mi mamá. Nos tuvimos que venir todos a la capital, porque nos amenazaron y, pues, desde entonces, mi mamá nos ha sostenido trabajando muy duro, y cada vez que le pregunto por qué ella nunca reclamó nada, se le vuelven a poner los ojos tristes y me dice muy calladito: “hay que saber perdonar, m’ijo, hay que saber perdonar” –. Lalo hace una pausa como para aguantar las lágrimas.

- Ah, qué bien Lalo, tu madre es una persona admirable – la maestra no cabe de la emoción por lo que contó Lalo – entiendo que ella sea tu héroe.

- No maestra – la interrumpe Lalo – mi héroe no es mi mamá, sino mi tío Juan, el narco, que, en cuanto tuvo suficiente dinero, mandó a matar al hijoeputa del finquero ese.

La maestra se queda muda. Unos compañeros se carcajean, otros se enojan y empiezan a gritar que cómo es capaz de pensar así. Menos mal que en ese momento suena el timbre porque no hay quién pare el relajo que se armó. Voy a buscar a Lalo para salir al recreo. Le digo al oído que me encanta cómo se inventa todas esas historias subversivas, alborotadoras de maestras. Él se ríe y me da un beso en la mejilla. A pesar de la prohibición de los noviazgos en el colegio, salimos tomados de la mano. Quiero que todos se den cuenta de quién es mi héroe.