Las palabras ya no me sirven, se me han quedado huecas. Intentaron convencerte de que abjuraras de tu plan de hacerte martir. "Amor que mata nunca muere", cantabas, y pensabas y decías que Sabina era un romántico, y pensabas y decías que Él era un romántico, cuando te llamaba suya ... Julieta, Ofelia, Bess, sí, todo muy romántico. Volviste a él una y otra vez, embriagada de pasión, hasta que te rompió, como al cántaro insistente. Ilusa de cuerpo y alma. Ilusa. Ilusa yo que creí que las palabras cambiarían algo. Ahora que no existes, ya no sé qué hacer con las palabras que aún te nombran: amiga, hermana, Laura. Las palabras, mis palabras, han perdido todo sentido. Es probable que nunca lo tuvieran. Sin embargo hoy, como antes, la rabia no me deja callar.
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