En sus manos jóvenes, ella temía sentirse un libro viejo
Su piel desgastada por lecturas inmemoriables.
Sus páginas rugosas, sus letras vulnerables.
Historias caducas que ya nadie quería recordar.
Su piel desgastada por lecturas inmemoriables.
Sus páginas rugosas, sus letras vulnerables.
Historias caducas que ya nadie quería recordar.
En sus manos jóvenes, él deseaba sentirla atemporal.
Su piel con aroma a certeza, a misterio y a sabiduría.
Sus páginas testigos de vida, de pasión y de osadía.
Historias sensuales que solo su cuerpo era capaz de contar.
Su piel con aroma a certeza, a misterio y a sabiduría.
Sus páginas testigos de vida, de pasión y de osadía.
Historias sensuales que solo su cuerpo era capaz de contar.
Ella, sin embargo, se entregó y amó sus manos.
Él, por lo tanto, la tomó y amó su piel.
afortunado encuentro!
ResponderEliminarSí, además afortunado que ella no dejó que la venciera el miedo.
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