El cielo de la noche anunciaba tormenta. Primero la lluviecita de los pasos de mi mamá yendo a la cocina, como gotitas de agua que van pidiéndole permiso al suelo, para que no se enoje, para que no invoque el chaparrón que todo lo inunda, que todo lo disuelve. La vista nublada por los sollozos casi inaudibles de un miedo conocido. De pronto, la luz de la sala se enciende, la puerta se cierra en un trueno. El rayo, el trueno: es mi padre, es el viento, es el huracán que entra. La voz de papá cayendo en aguacero que aplasta sin piedad la tranquilidad de la casa.
Meto la cabeza bajo la chamarra, pero no puedo dormir. Tengo miedo de que al despertar encuentre la casa inundada y a mi mamá ahogada en un torrente de gritos, de insultos y de maltratos. Tengo miedo que, entre sueños, la humedad de mi propio llanto no me deje respirar.
Escuchar a mi padre llegar de malas era como oír llover. Por eso, aunque ahora estés aquí a mi lado, y tomes mi mano, y me digas que que todo está bien, no me sirve, amor, no puedo evitarlo. Las noches de lluvia, para mí, seguirán llegando húmedas e insomnes.
DE TODOS LOS HOMBRES QUE HAYA EN MI VIDA NINGUNO SERÁ MÁS QUE YO
ResponderEliminarDE TODAS LAS MUJERES QUE HAYA EN MI VIDA NINGUNA SERÁ MENOS QUE YO
Gracias Elena. Me encantan esas frases!!!
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