Hubo una historia con tu cuerpo. Ahora lo
recuerdo. Tenía algo que ver con ansias floreciendo y la alegría del amor que
llega inesperada. Había una cama y un sofá y caricias en un jardín ajeno. Eras
terrestre, aunque ya entonces lograbas caminar sin hundirte sobre la mar de mi
desaliento. De haber sabido que no sabías nadar, no me hubiera sentido tan frágil
ni tan feliz.
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