viernes, 23 de septiembre de 2011

Solitariedad


La soledad se me ha ido impregnando en el cuerpo. La inspiro y la expiro, la como y la bebo, la unto sobre mis heridas secas. Lleno con ella copas, camas, salas, cada objeto, espacio y lugar que me roza. A veces el amor se me acerca, frunce la nariz - detesta el olor a abandono – saluda breve y acelera el paso. Se aleja. Para consolarme, a veces me visita el sexo. Pero, al parecer, él también extraña el sentimiento. La otra vez lo sentí suspirar. Nostalgia de días trípodes, me dijo. No habla mucho. Es poco lo que tenemos que decirnos. Callamos mucho en estos días. Meses. La vida me va haciendo mayor y la soledad me va desdibujando. Me está convirtiendo en espanto. Un día el amor pasará, sin poder siquiera verme. Iré asustando a la gente con mi rostro de ausencia. Si tan sólo el tiempo no alargara el vacío de mis días ...

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