martes, 27 de noviembre de 2012

La vida desde afuera

Cuando llegué a esta ciudad extranjera, vivía en un cuartito de la residencia de estudiantes y cada vez que pasaba frente a una ventana iluminada, me imaginaba la vida perfecta de los habitantes, una familia sentada a la mesa para compartir la cena, los regalos de navidad, la celebración de pascua... Ahora que vivo en un apartamento, que en las noches tiene la ventana iluminada, y me encuentro sola y no hay regalos de navidad ni celebración de pascua, siento una especie de nostalgia rara cuando paso frente a otras casas, el fin de la utopía que le dicen. Esta casa (de alquiler), en la que vivo, recuerda historias mías y amores de otros, familias que se fueron cuando el apartamento les quedó pequeño, un asesinato, unos drogadictos vestidos de negro que vivían y jugaban wii toda la noche, un gato medio silvestre, un perro ilegal (está prohibido tener mascotas), algunas bicicletas robadas, el olor a churrasco veraniego de las fiestas de los vecinos más jóvenes. Miro por la ventana y veo, a veces, un muchacho con sobrepeso en ropa interior y una viejita que no tiene mejor cosa que hacer, que ver quién va y viene por la calle que nos separa. No sé si será que no vivo en la calle que está llena de familias felices. O si será simplemente que la vida solo puede ser perfecta si la ves desde afuera.

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