domingo, 20 de febrero de 2011

Ofrenda a Eros

Tú pones el fuego y yo las manos. Distribución desigual. Sobre el altar de la pasión vas sacrificado uno a uno tus cerillos, mientras que yo, íntegra ofrenda, entrego la piel.

miércoles, 9 de febrero de 2011

San Valentín

Precisamente hoy, a la máquina conceptual, en la que se escribe mi vida amorosa, se le descompuso el dispositivo con el que solía trazar mi destino verbos de amor en reflexivo. Solo la primera persona singular logró sobrevivir al deterioro . “Uy, para ese su cacharro ya no hay repuestos”, me dijeron, “eso de que tienen garantía de por vida son puras pajas que se inventaron las hadas de los cuentos”. Ni modo. Está muy lejos mi niñez, para regresar y reclamarle a esas embusteras. Ahora solo me queda observar en soledad esos malditos colores con que la vida les conjuga, a otros, bellos verbos de amor correspondido.

martes, 8 de febrero de 2011

Eternidad, pa’ qué te quiero

Llego a casa, satisfecha de haber tomado una de las decisiones más importantes de mi vida. Observo el sofá que está en la sala. Pienso que en un futuro, ya no tan lejano, dejará de existir, y desde ya empiezo a extrañarlo. A partir de ahora, los años se volverán mínimos. ¿Qué vendrá después? La eternidad, sí, la eternidad. Pero una eternidad finita, porque este cuerpo, como cualquier materia, debe tener un límite. Otra cosa sería físicamente imposible. Si no hubiera estado convencida de ello, me hubiera negado rotundamente a la transformación. No me gustan las cosas definitivas.

Como estoy tan absorta en reflexionar sobre mi nuevo estatus personal, tardo un poco en escuchar el timbre que suena de manera insistente. Es mi madre. ¿Cómo explicarle? Por suerte, ella siempre ha sentido una gran simpatía por los monólogos.

- M'ija, te estuve esperando para ir donde Doña Amalia, pero como no llegaste, me fui yo sola. Les dije que no podías ir porque estabas estudiando para el doctorado. Ya sé que ya lo terminaste, pero no se me ocurrió otra excusa que decirles. ¿Te acuerdas de Claudia, la hija de Doña Amalia? ¿La que andaba siempre de trenzas, mal vestida, y sin maquillaje? Pues vieras cómo está de bonita, bien arregladita. Se casó con el jefe de no sé qué banco. Me dijeron qué banco era pero se me olvidó. Bueno, no importa, la cosa es que tiene dos niños y el esposo la tiene rebien. Preguntó por ti, lo mismo que Larita, la hija de ....

Desconecto. Observo su boca. Me pregunto si mi transformación incluye algún poder con el que sea capaz de hacer desaparecer sus palabras antes de que lleguen a mí. De algún modo funciona o será simplemente que he dejado de escucharla. No es necesario. Intuyo los típicos mensajes subliminales provenientes del imaginario materno-conservador que tienen la intención de devolver al razonamiento tradicional, a una hija transgresora que osó cruzar, soltera, el límite de la edad de merecer.

- Mamá - la interrumpo con la seguridad que me da el pensar que hoy, por fin, tengo un as bajo la manga. La juventud eterna, por ejemplo. - Mamita, ¿no me notas algo cambiada?

- Ay sí, m'ija, si ya vi que estás más pálida, el pelo más negro, y esos colmiiillos ... - hace una mueca de rechazo - lo noté desde que entré. Eso está bien para las películas, m'ija. ¿Pero tú crees que un hombre normal te va a querer con esas fachas?

- Mamá, me parece que no has entendido...

- Claro que entiendo, m'ija, si no estoy loca. No me mires con esa cara de reclamo, que hay que ver que hasta ahora te he tenido toda la paciencia del mundo. Te he visto peluda, remendada, volando en escobas, con alas... solo faltaba que te volvieras vampira. Y cabal. También eso lo tenías que probar.

- Mamá, hay algo más en esta decisión...

- No, si yo no digo nada. Ya sé que al fin y al cabo es tu vida, que tienes que encontrar tu camino, y todo lo que quieras. Pero al paso que vas me vas a tener que hacer también inmortal a mí, porque se me hace que no me va a alcanzar la vida para verte casada y con hijos, que es lo que hasta una mujer “liberada”, como lo que dices que eres, debería hacer.

Su olor humano y la rabia que me sulfura, ambos, al unísono, me exigen una mordida pronta, mortal o eternizadora. Pero de solo pensar que escucharé sus reclamos, ya sea de su propia boca o de su sangre corriendo luego, acusadora, por mis venas, por los siglos de los siglos, me arruina por completo el apetito. Yo tenía el as, pero mi mamá siempre tendrá el joker. Siempre.

domingo, 6 de febrero de 2011

Conato de Primavera

Un poquito de sol, después de una oscuridad que parecía interminable. El corazón se alegra. Se anuncia la esperanza. En las ventanas (¿del alma?) la luz revela el polvo adherido, reminiscencia de un pasado que aún no se olvida.

martes, 1 de febrero de 2011

Doña Luisa y sus dioptrías

“no es, precisamente, que seamos un país ignorante;
es que somos un país de indiferentes. "
Renato Buezo

Doña Luisa se quedó miope el trece de mayo de 1982, el día en que secuestraron a Julián López y Laura Jiménez de López, de 65 y 68 años, respectivamente, en su casa de habitación en la zona 7 de la Ciudad de Guatemala. El shock que causó semejante limitación visual no estuvo de ninguna forma relacionado con algún tipo de cariño que la señora sintiera por la pareja posteriormente desaparecida. Ni siquiera se trataba de vecinos cercanos. Residían a dos cuadras, lejos de su casa, y lo poco que sabía de ellos provenía, únicamente, de los chismes y rumores que recolectaba su empleada doméstica en su diario recorrido para comprar el pan, la carne y las verduras. De esa fuente sabía, por ejemplo, que desde hacía unos meses, los señores López habitaban en soledad su morada de un solo nivel, debido a que su única hija, Marta López, había salido en un viaje imprevisto con destino a alguna ciudad de Costa Rica. Seguramente un embarazo no deseado, pensó Doña Luisa al enterarse y no le dio más vueltas al asunto.

El súbito padecimiento visual tampoco se dio a raíz de una revelación extraordinaria de la excesiva violencia en la que estaba sumido el país en ese entonces. Doña Luisa sabía de la guerra, de la quema de la embajada, de las masacres de campesinos y de todo eso que sucedía al otro lado de la pantalla de televisión y que atribuía a un justo castigo divino para bárbaros inconformes, quienes, por suerte, nada tenían que ver con ella. Las cosas eran así, allá, donde la gente no es gente, y los gatos son todos feos y pardos, pensaba.

Según nos ha sido informado, lo más probable sea que ese trastorno óptico se haya debido a la activación oportuna de un mecanismo en legítima defensa. Ya que, de no haber limitado su campo visual en el preciso momento en que pasaba en carro frente a la casa de la familia López, hubiera sido difícil mantener su universo cercano intacto, como lo había logrado hasta ese entonces. Las imágenes de extrema violencia con que dos personas mayores eran llevadas, frente a sus narices, contra su voluntad y sin delito visible alguno, hubieran desatado en ella, con toda seguridad, una ola de pesadillas innombrables en los días subsiguientes. O tal vez le hubieran acarreado interminables horas de insomnio, tratando de hallar una explicación banal para tal acto de injusticia. Pero todo esa molestia no fue necesaria. Su cuerpo eligió reaccionar de una forma por de más cómoda, disminuyendo significativamente su mundo visual, permitiéndole, de esta forma, seguir su vida de una manera plácida y tranquila.

Al ser entrevistada Daniela López, sobrina de Laura y Julián López, y testigo de oídas de los acontecimientos aquí descritos, nos refirió que, a la fecha, Doña Luisa sigue viviendo en la residencia que habitó en la década de los ochentas. Nos contó además que, después de una mejoría temporal que inició curiosamente el 29 de diciembre de 1996, su vista volvió a desmejorar en los años subsiguientes, hasta el punto de perder casi completamente la capacidad de observar su mundo exterior y que, a pesar de ello, sigue negándose rotundamente a usar lentes o hacerse cualquier tipo de examen de la vista. Hasta se rumora, nos dijo nuestra interlocutora, que a partir de la ola de extorsiones que sufrió la colonia donde vive, también se ha quedado un poco sorda. Al preguntarle a la entrevistada sobre la relación que sostiene con la señora en cuestión, la Sra López nos respondió: “¿Mi relación con ella? Pues la que requiere la educación: solamente de hola y adiós y ya está. Una que otra vez, cuando vamos mi prima Marta y yo en el carro, y la vemos salir de su casa, y se le mira tan, pero tan feliz, nos da una envidia que en seguida nos invaden unas ganas terribles de atropellarla. Pero eso, solo muy de vez en cuando”.




** Nota de la autora: todos los nombres y algunas fechas son inventados. El país y su violencia no.