domingo, 12 de septiembre de 2010

Patria es una esquina del corazón

A Dina Mayarí de Lión

Mayo de 1984

De nada sirvió la sonrisa que su hija le dio y que llevaba siempre en su billetera como amuleto. De nada sirvieron los ruegos, las promesas que ella le hizo a todos los santos, las vírgenes y demás dioses y diosas de cielo y tierra para que le guardaran. El país estaba cubierto, aislado, por una nube de odio. Eran días grises, eran años grises. Vukub-Cakix había recuperado el señorío del cielo.

Contra toda ley divina, gente maligna le dio fin a su permanencia sobre la tierra. La tierra tembló cuando la nada tragaba al poeta, en el preciso momento en que intentaban desaparecer su nombre, haciendo desaparecer su cuerpo. Vukub-Camé y Hun-Camé se vanagloriaban. El tiempo había principiado en Xibalbá. Guatemala era el inframundo



Jeremías 17, 7-8

Mirá vos, me contaron que andás fregado de dinero. ¿Por qué no te venís conmigo a la iglesia el domingo? N’ombre, no me mirés así. Perate que te cuente como está la cosa. ¿Te acordás que hace unos meses andaba yo igual de jodido que vos? Estaba tan mal que lo único que me quedaba era encomendarme a la divina providencia. Y fue cabal lo que hice. Un día me fui a la iglesia, esa que anuncian en los canales religiosos, y cuando acabó el servicio, tomé fuerzas, me subí al púlpito y le hablé al pastor rapidito, porque se tenía que ir a bendecir no sé que nueva finca. Pero buena onda, fijate, porque me escuchó y, me dijo, hermanito, no se preocupe, recuerde lo que dice Jeremías, “bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza”, y señalando hacia arriba me aconsejó, encomiéndese a él y verá cómo él lo prospera . Sin mucha esperanza me quedé viendo un rato al cielo, o mejor dicho al techo de la iglesia, y desde ese momento empecé reza que reza, ora que ora, y nada que ver vos, no se veía venir la bendita prosperidad por ningún lado. Y yo pensando, será que hice algo malo, será que no estoy orando con fe; y le decía a mis patojos, ayúdenme a orar muchá, que así de a montón tal vez el Señor nos oye. Pero nada.

Quesi un día que fui otra vez al servicio, el pastor volvió a decir la misma frase, esa de poner la confianza en el Señor y que vuelve a parar el dedito para señalar hacia arriba. Pero esa vez sí me abusé y me fijé bien a dónde es que estaba apuntando la manita y quesi resulta que no era al cielo, vos, sino a un señorón que estaba sentado en uno de los asientos hasta arriba. ¡Fijate! ¡Y yo de pendejo rogándole al Señor equivocado! Ese mismito día, le fui a hablar al don. Don Jeremías, le dije, me manda el pastor, que dice que ponga en usted mi confianza. Y parece que esa era la clave, vos, porque allí merito me ofreció el trabajo de guardaespaldas, que es lo que estoy haciendo ahorita. Y vieras qué prosperidad. Si hasta con carro nuevo ando ya.

Por eso te digo,venite un día a la iglesia. Mirá que con los conectes que tiene el pastor, pura gente del Alto Poder, deplano que a vos también te puede conseguir un buen chance.



Caridad

- Mi reinita linda, mi uananolny. Si usted sabe que por mí yo me la matrimoniaba ya ya, pero está la familia de mi mujer, que es la que paga la candidatura para reelegirme y, si no hay money no hay curul, y no la puedo venir a visitar hasta aquí a los estaits y ...

- Sí papi, todo lo que usted quiera, pero acuérdese que son fifty bucks la hora, y ya solo nos quedan five minutes

- No se preocupe mi Caridad chula, mi latin-american preciosa, que a los de la comisión de desarrollo nos dieron un dinero extra para invertirlo en alimentación, y yo a usted últimamente la estoy viendo muy delgadita. ¿Seguimos?


El Único Inocente

Benito estaba tomando tranquilo su almuerzo en un puesto de comida del mercado cuando sintió que le tocaban el hombro. Se levantó del susto y se volteó a ver al dueño de la mano.

- ¿Inocente? - le preguntó el tipo, levantando el mentón para enfatizar el sentido interrogativo del cuestionamiento, así como la dirección en que se encontraba el destinatario de la pregunta. Benito hizo una lista rápida de las razones por las que alguien podía considerarlo culpable. Pero ante la certeza de encontrarse frente a un sicario, pensó que solo había una respuesta posible: - sssí - la voz le temblaba.

Sonaron tres disparos. Benito caía ante la mirada de susto las otras personas que estaban alrededor. Cada una de ellas buscaba un motivo que justificara, de alguna forma, aquél acto salvaje que no le era del todo desconocido; alguna razón que, bajo su punto de vista, le pareciera plausible.

- Un asunto de cuernos - pensó uno.
- No habrá pagado una extorsión - pensó el otro.

- Inocente Ramos, los locatarios de este mercado lo declaran culpable de extorsión con agravantes, por lo que de esta forma se hace efectiva su sentencia - dijo el sicario en voz alta, dirigiéndose al ahora occiso, y haciendo alarde de los conocimientos de derecho penal que había adquirido en las lecturas de las sentencias que lo habían llevado varias veces a la cárcel.

El del revólver salió de un mercado en absoluto silencio. Todos, menos él, sabían que ése, que yacía con un tiro en la frente, y dos en el pecho, que en vida fuera Benito Sánchez, no era el verdadero Inocente, por cuya muerte habían pagado, o, mejor dicho, era, entre todos los presentes, el único inocente.


Independencia


- En lugar de enojarte decime, ¿qué otra cosa podía haberle dicho a los cuates de La Gaceta?.
- Por ejemplo que yo también arriesgué la vida desvelándome con ustedes en las reuniones conspirativas.
- Mooomento, que aquí no hubo conspiración.
- Vaya pues, en las “juntas secretas”, como le dicen ustedes.
- Ajá, ¿y si luego viene el Chepe Porras y empieza a jactarse de las borracheras que se ponía después de cada junta? Tu imagen de madre y esposa ejemplar se va al carajo.
- Pues mirá, si me dan a escoger, prefiero ser héroe nacional, como vos.
- Olvidate, Dolores, lo menos que te dirán será héroe. ¿Ya ves?, fue por eso que mejor les dije que vos estabas encargada de la marimba y los cuetes, para que no se dañara tu imagen.
- Ah, sí, y además vas a querer que te lo agradezca. Vos con la gloria y yo con la marimba.
- Con la marimba de hijos, jajaja.

Doña Dolores Bedoya miró furiosa a su marido, pero no siguió la discusión. Para qué. Al día
siguiente iría ella misma a hablar con los periodistas para aclararlo todo.

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